El sol abandonó Trapagaran, pequeñas nubes sobrevuelan el pueblo, pero no traerán agua.
La iglesia, imponente, se alza majestuosa sobre la gran plaza del pueblo.
La gente no está, los vecinos, los niños, ya se fueron a sus hogares. Una pequeña farola encendida acompaña a la iglesia. El ayuntamiento descansa de su trabajo. El campanario se entristece, hasta hace muy poco tiempo se divertía viendo a estos niños jugar en las miniporterias, a aquellos saltar en los columpios y de vez en cuando escuchaba las conversaciones de algún grupito de personas sentadas en los bancos. Pero ahora, incluso los gorriones que corrían tras las migas que caían de los bocadillos de los críos, duermen silenciosos.
Las agujas del reloj intentan moverse más sigilosas, no quieren despertar a la campana que ya duerme. Mañana todos volverán. Todos jugarán, todos charlarán en esta plaza que esta deseosa de servir de anfitriona.
Mañana será otro día, ahora shhh a dormir.
Shhhh buenas noches.
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